7 de mayo del año 2000, 9.45 de la mañana, como todos los días, un hombre de 62 años regresa a casa después de desayunar en una cafetería cercana y comprar los 8 periódicos que compra cada día. Cuando esta a punto de entrar en su portal, un individuo llamado José Ignacio Guridi Lasa le esta esperando en el portal contiguo al suyo. El individuo dispara dos tiros en el tórax del hombre, quien cae al suelo, cuando esta en el suelo le remata con 2 disparos más, uno en la nuca y otro en la sien. El hombre es José Luis López de Lacalle. Su delito decir la verdad y defender la libertad. Sus verdugos ETA. La foto que ilustró su asesinato, y también este post la saco Justy Garcia para EL MUNDO. López de Lacalle había sido militante comunista durante la dictadura franquista y fundador del sindicato Comisiones Obreras, por lo cual pasó 6 años en las cárceles del dictador.
5 días antes de su vil asesinato José Luis López de Lacalle publicaba la que sin saberlo se convertiría en su ultima columna, lo hizo en el diario “EL MUNDO”. Lo que López de Lacalle pedía en su columna, no sucedió hasta 9 años después de su asesinato.
Ibarretxe ha ofrecido una oportunidad al nuevo Gobierno central. Dice que él no la tuvo. Incierto. Se la dio el PSE, al que entretuvo durante semanas. Su partido, como lo confirman los papeles publicados por Gara, tenía firmado con ETA romper con las «fuerzas españolistas». El lehendakari ha mentido al Parlamento en repetidas ocasiones. En su día, le reveló a Aznar, según Anasagasti, la fórmula para solucionar en diez minutos el problema vasco. Sencillamente abriendo cauce a la autodeterminación. El quid de la cuestión. La exigencia de Estella. El primer pago del precio de la paz, de un proceso que nunca existió. Miente, pues, cuando dice que separa la erradicación del terrorismo con la normalización. El domingo de Pascua dijo que, para efectos de la continuidad de su Gobierno, no le harán doblegarse ni las bombas ni el frente españolista. En democracia, el poder no es cuestión de voluntad, es cuestión de votos, de apoyos. De apoyos lícitos. No de los que provengan de formaciones preservadoras de la impunidad del terrorismo. Con las detenciones de Hernani se ha evidenciado que EH no lo condena porque lo protege. La situación de Ibarretxe es
insostenible. Se impone adelantar las elecciones.
Los papeles de Gara expresan, por su contenido y por el hecho de su publicación, la descomposición del frente nacionalista. Ponen al descubierto las maniobras y falsedades de los dirigentes del nacionalismo institucional. Un cúmulo de mentiras. EA es partidaria de la confrontación política «más fuerte posible». La recomposición del frente nacionalista sólo puede tener continuidad con la renuncia de ETA al terrorismo. No haría falta publicar las bases del acuerdo. Están cantadas.
Se hace necesario un cambio en la dirección política del País Vasco. Algo perfectamente normal en democracia. Pero la cosa levanta las iras de los instalados en el poder. Personas de distinto
signo político sostienen que el PNV es imprescindible. Temen que la formación jeltzale extremaría su radicalización en caso de ser desplazada del poder. Al PNV le atan muchos intereses. Lo suyo es
buscar la forma de hacer el viaje con ETA en coche cama. No el echarse al monte con todas las consecuencias. Le aterra perder el poder. Quienes sostienen la tesis de su imprescindibilidad, como
fuerza gobernante, hablan en clave de pasado, de una fase política, ya superada, en la cual era contemplado como el valladar contra el ultranacionalismo y se le consentía, en términos políticos, todos sus desvaríos. Han cambiado las cosas. El nacionalismo defrauda, aquende y allende del Ebro. Arzalluz arrastra a mucha gente al cobijo de la Constitución. Se anhela el cambio. Los que creyeron que el grado de amedrentamiento era el suficiente para imponer sus proyectos se han equivocado. Han estimulado la rebeldía. El constitucionalismo es una fuerza real en las urnas, en la cultura y en la calle. El PNV es necesario en la oposición, un magnífico lugar para colaborar y demostrar responsabilidad patriótica.
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