El otro día comentábamos entre un grupo de amigos guipuzcoanos acerca de la candidatura olímpica de la ciudad de Madrid para el año 2016. Entre una y otra cerveza se palpaba la indeferencia, alguno incluso fue más allá: dedicándole a la capital española sus peores deseos. Cuando oí esto, un cúmulo de sensaciones recorrieron mi cuerpo, y no era la primer vez que me sucedía; esto ya lo he vivido, pensé, cuando se hablaba sobre el fichaje de Xabi Alonso por el Real Madrid pude oír comentarios similares.
Me quede pensando y no dije demasiado. Podría haber dado muchos argumentos: porque es nuestro país, porque es la ciudad más cercana, porque será sencillo acercarse a ver alguna prueba olímpica, porque la riqueza que generará el turismo repercutirá en todos; pero simplemente recordé la campaña de la candidatura, sonreí, y, cuando todos callaron y se hizo el silencio, dije de forma pausada: pues yo también tengo una corazonada.
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